CUANDO EL GAME OVER ES SOLO EL PRINCIPIO

Los videojuegos forman parte de nuestra vida, de nuestro día a día, igual que un buen libro, nuestra canción favorita o el mejor de los blockbusters. Y aunque durante los últimos años hemos recorrido un largo camino, parece que todavía existe una brecha entre los videojuegos y sus compañeros del mundo del entretenimiento.

Hoy, 29 de agosto, el día internacional del gamer, queremos hablar un poco más de uno de los pilares de nuestro modelo de negocio y, a la vez, una de nuestras mayores pasiones, los videojuegos. 

Desde hace unos años, los gamers han pasado de ser un grupo reducido de personas a los que no les tocaba la luz del sol, a ser casi un 40% de la población mundial. En pocas décadas hemos pasado de adolescentes gasta-monedas en arcades, a padres y madres, directivos de empresas e incluso jubilados. En parte, gracias al avance de la tecnología, que nos proporciona dispositivos cada vez más potentes y accesibles, y sobre todo gracias a internet, herramienta clave para el desarrollo de la cultura digital.

Y es que sí, los videojuegos son cultura. Impactan en nuestra sociedad cada vez más, llegando incluso a la gran pantalla, con los estrenos, este mismo año, de algunos grandes éxitos como Uncharted o Sonic 2. Haciendo que personas que nunca han colocado sus manos sobre unos controles sean capaces de reconocer a personajes como Pac-Man, Mario, Sonic, Pikachu, Nathan Drake o Lara Croft. Creando una industria cada vez mayor y que crece año tras año.

Además, los videojuegos tienen grandes beneficios para el desarrollo de las personas, tanto físicos como mentales. Mejoran la velocidad de respuesta, el trabajo en equipo, estimulan la creatividad, la atención y la memoria, refuerzan la estrategia y el liderazgo y nos hacen más eficientes ante tareas del día a día. 

En definitiva, los videojuegos son cultura y podemos aprender mucho si hacemos un buen uso de ellos. Son una perfecta hoja en blanco para la creatividad, con la posibilidad de crear mundos desde cero y con la interactividad como bandera, haciendo posible que cada jugador pueda elegir su ritmo, su estilo y su forma de enfrentarse a las dificultades. 

Aunque quizás, lo mejor de los videojuegos sea dejar de pensar en todo eso y jugarlos sin más. Perdernos en sus historias, explorar sus mundos, conocer a sus personajes y dejar que estos nos dejen su huella. Para que cada vez que aparezca el mensaje de game over, no sea un final, sino un nuevo principio, y lo afrontemos con más experiencia y más ganas que la última vez.

Midgar, Hyrule, Azeroth… Estéis dónde estéis… 

Feliz día gamers.

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